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Había una vez un vendedor de gorras. Vendía gorras verdes, marrones, azules y rojas.
¡Y las llevaba sobre la cabeza! Primero se
ponía su propia gorra rayada; encima de ésta, apilaba las cinco gorras verdes;
después, las cinco marrones; más arriba, las cinco azules y arriba de todo, las
cinco gorras rojas.
Un día, el vendedor se sintió cansado y triste
porque no había vendido ni siquiera una gorra: ni una verde, ni una marrón, ni
una azul, ni una roja. Entonces, abandonó el pueblo en donde nadie necesitaba
sus gorras y caminó y caminó hasta que llegó al campo. Allí encontró un gran
árbol y se sentó a la sombra. Se sacó las gorras y las contó. Las tenía todas:
la suya, rayada; las verdes, las marrones, las azules y las rojas. Pero como no
había vendido ninguna, no tenía dinero para comprar comida.
Paciencia -pensó, mientras volvía a
ponérselas-. Venderé alguna esta tarde. -Y se quedó dormido. Se despertó
sintiéndose mucho mejor y enseguida levantó un brazo para tocar la pila de
gorras. ¡Pero sólo le quedaba una! ¡Sólo su gorra rayada! Se levantó de un
salto y empezó a buscarlas. Pero no aparecía ni una gorra verde, ni una marrón,
ni una azul, ni una roja... Miró entonces hacia la copa del árbol... ¡y allí
estaban todas sus gorras! ¡Cada una puesta en la cabeza de un mono!
-¡Monos ladrones! -gritó el vendedor.
-¡Devuélvanme mis gorras! Los monos no le
contestaron nada.
-¡Eh! ¿Me oyen? ¡Devuélvanme mis gorras! –gritó
entonces el vendedor, amenazándolos con el puño.
Los monos le mostraron entonces sus puños,
pero no le devolvieron las gorras. Enojado, el vendedor pegó una patada en el
suelo y exclamó:
-¡No me hagan burla, monos feos!
Todos los monos pegaron una patada sobre las
ramas y le dieron la espalda. Desesperado, el vendedor se quitó entonces su
gorra rayada y la arrojó sobre el suelo mientras les decía: -¡Aquí tienen otra
más, ladrones! Ya se marchaba cuando vio que los monitos se sacaban las gorras
y las tiraban al suelo, tal como él había hecho. En un segundo, todas sus
gorras estaban sobre el pasto.
Entonces el vendedor se apuró a recogerlas y a
colocarlas otra vez sobre su cabeza: primero, se puso la gorra rayada; encima
de ésta, las verdes; después, las marrones; más arriba, las azules y, arriba de
todo, las rojas.
Y silbando contento se puso en marcha rumbo a
otro pueblo, para venderlas y poder comprar su comida.
Adaptación de Elsa Bornemann
Mo es de Elsa Bornemann, lo leí e una colección de cuentos europeos. No figuraba nombre,de,autor.
ResponderEliminarEs una adaptación la que hace Elsa Bornemann
Eliminardice adaptación de Elsa Bornemann
ResponderEliminarInicio nudo y decenlace del cuento el vendedor de gorras
ResponderEliminarMe dicen el nombre del autor y del ilustrador xfavor
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